Saturday, February 27, 2010

Por el principio

La heráldica es, o se ha hecho, casi consustancial a las corporaciones de penitencia. Nadie imagina una cofradía que en su cortejo no despliegue al menos una heráldica corporativa, cuando no distintos emblemas o iconos de advocaciones menores e incluso de secciones o grupos específicos dentro de la corporación. Mención aparte merecen los símbolos que, usados para representar advocaciones de titulares o devociones propias, encontramos en pasos, estandartes de todo tipo y hasta a modo de armas menores sobre los hábitos de los nazarenos.

Todo un mundo de símbolos para contar la historia, la identidad devocional y al fin y al cabo la fe de una micro Iglesia que no es sino parte (muy específica, pero parte) de la Iglesia universal.

A este tema llevo dedicándome mucho tiempo, casi desde que tengo uso de razón, cuando sin tener consciencia de ello ya andaba a vueltas con los escudos de las corporaciones que conocía. En este tiempo he aprendido mucho aunque aún ignoro mucho más, de modo que con este blog quiero ir exponiendo lo que sé y preguntándome en voz alta lo que no sé; quiero comentar lo que creo acertado y quiero hacer reflexionar sobre lo que no lo es tanto. Porque en el mundo de las hermandades de penitencia, donde todos damos por sentada la existencia de la heráldica, pocos nos preguntamos si los escudos que existen (y los que no paran de crearse) son las mejores opciones de acuerdo con la realidad que aspiran a representar, o incluso si no traicionan su mensaje faltos de verdadera conexión entre lo que dicen y lo que su creador o creadores pensaron que querían decir.

Me temo que abusos de los símbolos -más bien inconscientes- y completos errores -casi siempre ignorados por sus propios creadores- abundan en exceso en nuestro mundo cofrade. En mi opinión, conocer los errores y subsanarlos es no una, sino muchas veces la mejor manera de aprender aquello que verdaderamente necesitábamos saber. Y crear símbolos que verdaderamente nos representan con propiedad y belleza es no sólo un placer estético, sino un servicio que nos hacemos, al reconocernos en nuestra verdad, y que le hacemos a un mundo ante el que, de este modo, nos presentamos realmente tal y como somos... Logros ambos que no son poca cosa.

Invito a todos los que compartan esta afición a enviar aquí el material que consideren oportuno, de modo que entre todos vayamos aprendiendo de lo mucho bueno que ya hay y, cómo no, también de lo que haya desacertado en este mundo cofrade nuestro. Empecemos pues por el principio...